El rock y el pop seguían omnipresentes en la sociedad española; los conciertos (en pueblos y ciudades) aumentaron en número, frecuencia y calidad; las ventas de discos de bandas nacionales alcanzaron cifras inimaginables solo unos pocos años antes, llegando a copar las listas; la coexistencia de compañías multinacionales y sellos independientes facilitaron la posibilidad de grabar discos a los nuevos grupos; la prensa musical seguía en auge (apareciendo nuevas revistas cada vez más especializadas como Ruta 66, Metal Hammer o Heavy Rock; mientras continuaba la avalancha de fanzines).
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