• Los pacientes transfundidos generalmente tienen peor pronóstico, pero los pacientes que requieren transfusiones generalmente están más enfermos. • La eficacia de la transfusión es mayor cuanto más la necesita un paciente, por ejemplo en sangrado masivo. En relación con la repercusión de la transfusión de hematíes en la oxigenación tisular podemos decir, a modo de resumen, que la evidencia científica disponible es escasa, pero, globalmente, los trabajos publicados coinciden en afirmar que la transfusión de hematíes incrementa la DO2, pero con frecuencia este incremento de la disponibilidad no se traduce en un mayor consumo de oxígeno por los tejidos (VO2). Si analizamos los datos de los trabajos que concluyen que la transfusión de hematíes no incrementa la VO2, podemos ver que, en la mayor parte de los casos, los receptores presentan valores de concentración de hemoglobina pretransfusionales que están por encima de los valores considerados umbrales transfusionales en la actualidad, es decir podríamos considerar que, a la vista de los conocimientos actuales, la transfusión no estaría indicada. Está claro que la mayoría de los estudios publicados muestran una asociación entre transfusión y morbilidad/mortalidad, pero en enfermos que, a la vista de los conocimientos actuales, reciben una transfusión no indicada.
Disponemos de conocimientos muy extensos sobre los riesgos asociados a la transfusión y, aunque la transmisión de enfermedades infecciosas se ha reducido a niveles muy bajos10, persisten otros riesgos de naturaleza no infecciosa11 y existe mortalidad asociada a la transfusión12. En medicina, segunda equipacion arsenal toda decisión terapéutica debe ir precedida de una correcta evaluación de los riesgos y de los beneficios y la transfusión no debe escaparse a esta norma. Conocemos bastante bien los riesgos asociados a la transfusión de hematíes, los de naturaleza inmune, los infecciosos, los derivados de los errores humanos, los provocados por la sobrecarga de volumen y los que se producen por la influencia negativa sobre la eritropoyesis, pero no ocurre lo mismo con los beneficios, que hemos de colocar al otro lado de la balanza para poder tomar la decisión correcta. El trabajo de Hébert et al15, así como los ensayos clínicos realizados en Europa4 y en EE.UU3 han tenido una influencia importante en la práctica transfusional de los pacientes críticos y han reducido considerablemente el umbral transfusional en estos pacientes. En otro estudio, realizado por Constantino J Fernandes et al en 20018 y circunscrito a enfermos críticos sépticos, se concluye que la transfusión de hematíes produce un incremento significativo de la concentración de hemoglobina, pero que éste hecho no se acompaña de un incremento en la VO2.
En un estudio en el que han participado gran parte de las unidades de críticos de Escocia se ha visto que actualmente el umbral transfusional está situado en 7,8g/dl, hecho que debe valorarse como positivo, al menos en primera instancia, aunque no podemos olvidar que, tal como destacan los propios autores en las conclusiones, se constata una alta prevalencia de la anemia en el momento del alta de los pacientes críticos, que se relaciona con los umbrales transfusionales restrictivos y que son necesarios más estudios para determinar cual es el impacto de esta anemia en la recuperación funcional de estos enfermos. En una reciente revisión de 45 estudios, publicada en 2008 por Marik y Corwin14, se concluye que la transfusión de hematíes se asocia a un incremento de la morbilidad y de la mortalidad en pacientes adultos de las unidades de cuidados intensivos quirúrgicas (cirugía y traumatología). Entre los datos que aporta la revisión realizada en Francia sobre los fallecimientos relacionados con la anestesia, destaca que las muertes que pueden atribuirse a no haber recibido una transfusión, superan a las derivadas de las complicaciones de la transfusión. En resumen, a partir de los datos disponibles no podemos afirmar que la transfusión de hematíes no incrementa el consumo de oxígeno por los tejidos.
Si cuando indicamos una transfusión lo hacemos con el objetivo de mejorar el déficit de oxigenación tisular, lo que realmente estamos buscando no es incrementar la DO2, sino el consumo de oxígeno por los tejidos (VO2). • Si no está bien indicada, la transfusión de hematíes no va a incrementar el consumo de oxígeno tisular (VO2) y, por consiguiente, no ayudará a paliar el déficit de oxigenación. El único motivo por el que debemos indicar una transfusión de hematíes es incrementar la disponibilidad de oxígeno (DO2) para intentar responder a un déficit de oxigenación tisular. En un artículo publicado por Paul C. Hébert et al en el año 2004, en el que se analizaban 18 trabajos publicados entre los años 1982 y 2001, se ponía de manifiesto que en el 78% de los trabajos analizados (14 de 18) la transfusión de hematíes comportaba un incremento de la DO2 en el receptor7. En el artículo de Paul C. Hébert et al, ya comentado en el apartado anterior, también se valoraban los cambios en la VO2 después de la transfusión de hematíes y se pone de manifiesto que en 14 de los trabajos analizados se medía la VO2 pre y postransfusional y únicamente en 4 (22%) se producía un incremento significativo.
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