En otras palabras, «lo corpóreo es anímico y lo anímico corpóreo», y propone «aceptar la corporeidad como inmediatez del espíritu, considerando que esta aceptación es una manera de replantearse cotidianamente la belleza». Sostuvo que el cristianismo no era esencial para alcanzar una civilización avanzada y altamente moral. Respecto a cuál de estos es su verdadero origen se han producido debates entre los historiadores, ya que hasta el siglo XIX se pensaba erróneamente que Norba Caesarina era Alcántara, mientras que se creía que el recinto amurallado de Cáceres era Castra Caecilia.